Las personas a medida que completan sus etapas de crecimiento adquieren unas competencias esenciales que podrán ser acrecentadas con el transcurso del tiempo. Un ejemplo de alguna de estas cualidades imprescindibles en el ser humano es la capacidad de la atención, pues a partir de dicha capacidad ha podido aprender más acerca de su entorno y con ello, aprovechar las oportunidades que le son brindadas.
Sin embargo, la confluencia diaria en el ámbito personal y profesional muestra en numerosas ocasiones la pérdida de esta habilidad en las personas cuando son incapaces de escuchar lo que se les dice o entender lo que sucede a su alrededor. Cuando en una disputa se están confrontando ideas iguales pero, ninguno de los sujetos atiende al otro, se detecta una clara ocasión en la que su capacidad de prestar atención es nula. La significación que tienen estas actitudes son fundamentales para la sociedad pues si aquellos personas que se presentan en debates en televisión las tienen, el resto de ciudadanos que toman su ejemplo se encontrarán haciendo lo mismo en cuanto se les presente la ocasión. En consecuencia, no es extraordinario hallar un caso en el que un alumno le pregunte una duda al profesor y, la respuesta que se le proporcione no concuerde con lo que el estudiante ha consultado. En esta situación, se puede haber producido un error en la comunicación porque el alumno no haya formulado bien su duda o porque como mencioné anteriormente, la atención empleada por el profesor haya sido insuficiente. La segunda razón expuesta es la que en mayores ocasiones he presenciado acudiendo al instituto.
Por otro lado, según un estudio reciente realizado por el neuropsicólogo José Antonio Portellano el tiempo de atención focalizada está disminuyendo y lo achaca a las nuevas tecnologías de comunicación e información. La importancia que tiene este hecho es sumamente elevada pues si el tiempo de atención es menor, la duración del proceso educativo será mayor para que todos los alumnos tengan la posibilidad de comprender el temario correctamente como los estudiantes a los que suceden. O en su defecto, otra opción sería continuar con el mismo contenido en el mismo tiempo, aunque con mayores facilidades para los jóvenes de graduarse y de esta forma, asegurar unas estadísticas formativas impecables. Dicho de otro modo, proseguir con el método que se lleva a cabo actualmente en colegios e institutos.
Me encantó este artículo de principio a fin, un gran aplauso al escritor de este gran artículo. 👏👏
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